A veces me pregunto cómo seguir adelante, en un mundo oculocentrista, donde lo visual predomina sobre los
demás sentidos y justamente la visión es lo que pierdo cada día. Gracias a Dios, con esta situación, hizo que
pudiera abrir los ojos y mirar mi interior y entregarle todo mi amor. Me dio algunos dones con los que trabajo
para él y en la pintura aprendí a armar las formas utilizando planos de valor.
Fue así, como en otras ocasiones, dejé mi trabajo en manos de Dios, armé algunos bocetos y me puse a preparar
la tela y dar las primeras manchas. Pero lo extraño sucedió cuando me paralicé y no pude avanzar. El trabajo
quedó estancado y no había forma, no lo podía retomar. Del material que facilitaron los organizadores del
concurso, por mi problema, se me complica la lectura así que me puse a mirar los videos e imágenes que podía.

Fue entonces cuando el material “Está Vivo”- Sobre la PRESENCIA de JESUCRISTO en la EUCARISTÍA, fue como si
me hablara a mi y logré entender que Dios me estaba llamando. Ocurre que durante la pandemia no había ido a
la misa, evidentemente mi espíritu estaba hambriento de Dios y, con algunos protocolos, me fui a confesar y
celebrar la santa misa. Para pintar la obra debía vivir la fiesta de amor del Señor y eso es lo que quise representar
en la pintura. Imaginé el amor de Dios inundando nuestros corazones e iluminando la vida de las personas. El
“Pan de Cielo” que necesitaba mi alma para poder expresar las imágenes desde mi corazón.