Hagan esto en memoria mía… Son las palabras de Jesús durante la última cena. La pascua de Jesús, misterio central de nuestra fe, me sorprende cada día. Él solo hecho de pensar que él mismo nos dejó su cuerpo en algo tan sencillo como un pan y su sangre el vino me regala el don de experimentar cada día su cercanía, presencia y misericordia. Nos dejó su cuerpo para que alimentados y fortalecidos cada día demos testimonio que él vive, que pase lo que pase está a nuestro lado, sosteniéndonos en nuestras dificultades. Nos dejó su cuerpo y en ese cuerpo nos hace hermanos, una comunidad de creyente en un Dios que es padre, Padre que primerea en el amor y el perdón, Padre que nos anuncia una felicidad eterna para aquellos que en esta tierra no reciben buenas noticias, que son desechados y dejados al margen. En ese pan todos somos congregados como familia de Dios, hermanos entre nosotros sin distinción, salvo aquellos que son humildes y sencillos, ellos si son privilegiados de Dios, son los preferidos por el Señor. En su cuerpo nosotros nos hombres encontramos nuestra fortaleza.

Su cuerpo es para nosotros comida de salvación. Su sacrificio nos salva y en su banquete todos somos invitados a participar del anticipo de la gloria eterna.

Julian Jose Ledesma