El fundamento de la obra es un dialogo entre ésta y La Palabra (salmos y cantar de los cantares):

Son tus amores más deliciosos que el vino; son tus ungüentos agradables al olfato. Es tu nombre un perfume que se difunde; por eso te aman las doncellas.

¡Que hermoso eres amado mío!¡ Que agraciado!

Como manzano entre los arboles silvestres, es mi amado entre los mancebos. A su sombra anhelo sentarme, y su fruto es dulce a mi paladar. Esta su izquierda sobre mi cabeza y su diestra me abraza. Mi amado es para mí y yo para él.

Por el fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.

Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra.

A mirra, aloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir

Tuyos son Señor la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, tu eres rey y soberano de todo.

Teresita de Igarzabal

Angeles del Señor, Bendecid al Señor, 2018

Dibujo sobre papel blanco, pintado con microfibra negra

 48 x 37 cm