Hace dos años, nos reuníamos entre artistas bajo el lema “Permanecer” para celebrar y agradecer la presencia de Cristo en nuestras vidas. Tal vez por incrédula, tal vez por perezosa, la imagen que muchas veces había venido a mi mente durante la Santa Misa resultó en un boceto impreciso y tibio. Al año siguiente, una amenaza desconocida nos envió a guardarnos en nuestros hogares, aunque, de a momentos, estos fueran solo témpanos que inmovilizaban nuestra voluntad. 

En esa helada impasible, descubrí la verdadera ausencia. Descubrí el hambre. Descubrí la sed. Hasta que un 13 de mayo, la Virgen de Fátima me obsequió el bálsamo que tanto necesitaba: la única fuente que verdaderamente da vida. 

Es la Eucaristía la que ha motivado esta obra. Un díptico para reflejar la realidad sensible a partir de la cual Dios, en su amor y en su condescendencia, se manifiesta a sus hijos escépticos que necesitan de los milagros; y la realidad eterna, divina y celestial que da sentido a todo lo que existe. Es el Verbo encarnado, es Cristo partido por nosotros y para nosotros, es la sangre que protagonizará el Banquete Celestial. Es díptico porque Su entrega atraviesa nuestra vida y se revela en todo acto de amor como anticipo del Paraíso. Es díptico porque hemos de limpiar nuestra mirada para ver el obsequio inmerecido detrás del velo.

Ficha Técnica:

Título de la obra: Permanecer. Año de realización: 2020.

Material y soporte: Acuarela y Gouache sobre papel. Medidas de la obra: 22x34