“Yo Soy” (Jn 6, 28-29) "Entonces le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado".
Desde la fe descubro la necesidad de incorporar la presencia de Dios en mis actividades cotidianas. Durante los estudios en arte, sin querer encuentro el inicio de una imagen que se hace muy viva y sensible, que se va sellando con las visitas a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, en una capilla cercana.
Es el misterio de la Sagrada Eucaristía. Es Jesús quien está presente, en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; en obediencia al Padre. (Jn 8, 37-38) "Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí, porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. Aprendo a estar en Su presencia, al ver la atenta calma de algunas religiosas con las que se comparte ese espacio. Él está para todos. Es un verdadero regalo. Sólo hay que acercarse. Ésta es la imagen fuerte, muy simple de un lugar hermoso y siempre novedoso que quiero plasmar, dándole una forma visual desde el grabado.
A través del Bautismo estamos llamados a unirnos a Él, para nuestra redención, y de todas las generaciones. (Jn 6, 51) "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo".
Me lleva tiempo entender qué es lo que puedo brindar desde mis aprendizajes y vivencias, aún hoy. Por eso rescato con entusiasmo esta estampa de grabado que señala a la Eucaristía como imagen única y principal para poder participar en la propuesta. Intento hacer nuevas expresiones, pero ésta matriz fue el origen de un camino que sigue, y así, al poder sacarla a la luz me ha resultado una emoción sanadora.
Jesús se entrega a todos los que se acercan a Él con un corazón humilde, silencioso y sincero. La Adoración al Santísimo Sacramento, es un canto de alabanza a la Santísima Trinidad. Nos acerca María, Madre de Cristo, que acompañó a la Iglesia primitiva. Nos orienta a nosotros en nuestros primeros pasos hacia Él. Junto a los Ángeles de Dios percibimos Su presencia, nos atrae y atrapa amorosamente, y también nos fortalece. Descansamos en Él. Así también tomo conciencia del valor del sacramento del orden sacerdotal que nos posibilita ver y gustar de la Luz preciosa en el Altar. (Jn 8,12) “Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida".