Su nombre significa “rey de justicia” y su título real “rey de paz”. Por el Salmo 76 se
puede vislumbrar que Salem es Jerusalén.
En el Génesis se relata que Melquisedec, cuando Abraham regresaba con el botín
tomado a los cuatro reyes, “presentó pan y vino, porque él era el sacerdote del Dios
Altísimo, y le bendijo”, y “recibió de él el diezmo de todo” (v. 20).
Esta ofrenda, es un claro anticipo del verdadero Sacrificio de Cristo, su Cuerpo y su
Sangre. Por eso, en la Plegaria Eucarística I, del Misal Romano, se pide a Dios Padre:
“Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo
Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo
sacerdote Melquisedec”.
Melquisedec, lleva en sus manos un copón con pan y vino que luego de ser consagrado
será “Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo”
Para Melquisedec la Iglesia es un pueblo sacerdotal. A través del bautismo todos los
fieles participan en el sacerdocio de Cristo. Esta participación se denomina «sacerdocio
común de los fieles» (sic 1591). Este sacerdocio común de los “fieles se ejerce mediante
el desarrollo de la gracia bautismal: una vida de fe, esperanza y caridad, una vida según
el Espíritu” (sic 1547).