Premio Categoría Jóvenes

Simeón y el niño Jesús

Dana Bonacina

La Plata


Beato Carlo Acutis, Jóvenes | Edición 2023

San Lucas 2, 25-32 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz; Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.

Fui conmovida por esta escena tan bella como poco representada en la historia del arte, a comparación de otras. Una imagen donde conviven un comienzo y un final, la cual puede ir mas allá de una interpretación literal ilustrativa, hacia una alegoría del tiempo. Y a la par sigue funcionando perfectamente a modo narrativo de esta escena de los primeros momentos de la vida de Jesús. Porque no es simplemente la imagen la que lleva en sí sus implicancias mas profundas, es la misma escena bíblica quien las carga. La imagen presenta de un modo más inmediato la realidad poética de la escena. La imagen se nos impone y nos vuelve reflexivos.

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