Esta obra representa una exploración dual del Sagrado Corazón de Jesús, manifestándose tanto en el lienzo como en la arcilla. Cada medio refleja una faceta distinta de la devoción y la representación sagrada, invitando a contemplar la Divinidad desde perspectivas materiales y espirituales complementarias. Al presentar la pintura y la vasija juntas, busco ofrecer una experiencia más rica y profunda, donde la interacción entre las dos piezas crea un diálogo visual y conceptual que resalta la omnipresencia del Sagrado Corazón en ambas formas de arte. Simbolismo del material: El uso de barro local para crear la vasija añade una capa de significado: el barro es un material humilde y natural que a menudo se utiliza para representar a la humanidad.Al igual que el barro es moldeado por las manos del alfarero, así también somos formados por la mano de Dios. El Corazón como Recipiente: La imagen del corazón de Jesús en la tapa de la vasija, con la cruz y las espinas, puede interpretarse como un recipiente de amor divino y sacrificio. Así como la vasija contiene lo que se le pone dentro, el corazón de Jesús simboliza la capacidad de contener todo el amor y la misericordia de Dios para la humanidad. Unión de lo Sagrado y lo cotidiano: Al pintar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en una vasija de uso diario, simbolizo la presencia constante de lo Divino en la vida cotidiana. La vasija se convierte en un recordatorio de que lo sagrado no está limitado a los altares o iglesias, sino que permea todos los aspectos de la existencia. Esgrafiado como Revelación: El esgrafiado es una técnica que revela capas ocultas, lo cual puede ser una metáfora de la revelación divina.