Divino y sagrado corazón de Jesús,
Desde hace un tiempo vengo explorando el misterio de la encarnación del Verbo, especialmente fascinado por los primeros años de Jesús en la tierra. Mi obra presenta una reflexión profunda sobre el corazón puro y entregado de un niño, preparándose para el mayor acto de amor en la historia: la crucifixión.
Escogí representar a Jesús como niño para resaltar la bondad, simplicidad y profundidad de su corazón divino. Esta elección nos ayuda a reconocer cómo su pureza infantil revela la esencia misma del amor divino. Esta representación también está ligada a mi niñez en Traslasierras, Córdoba, donde experimenté un encuentro profundo con la fe. Los materiales que seleccioné, arcilla roja y blanco, evocan los hornos de ladrillo de la región donde crecí y los muros encalados que adornan las casas serranas.
El rojo de la arcilla representa la tierra fecunda y la humanidad de Cristo, mientras que el blanco simboliza la pureza y la luz espiritual que emana de su corazón divino. Este Cristo niño, con su corazón expuesto, habla directamente al corazón puro de cada espectador, recordándonos desprendernos de las banalidades y superficialidades de la vida adulta. Así, invita a cada uno a volver a la fe sencilla y auténtica de la infancia, como nos enseñó: "Dejen que los niños vengan a mí". Esta obra busca capturar la esencia de ese llamado, resonando con la inocencia y la confianza que solo los niños poseen, invitándonos a acercarnos a Cristo con humildad y devoción renovadas.
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